La Furia de una Omega. Capítulo 1. Por RaeDMagdon

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Hola gente bella muy buenas tardes a todos, aquí comenzamos con nuevo proecto llamado La Furia de una Omega, es el último fic de la serie La Estrategia de Una Omega, espero lo disfruten mucho de este nuevo fic tanto como yo :3.

Nota: Si aún no se han leído la saga entera de La Estrategia de una Omega vayan a nuestro LISTADO.

 Me imagino que este fic ocurre entre el epílogo de La Alfa Perdida, por lo que aún ninguna de las dos se han ido de vacaciones al Mundo de los Espíritus. Asami ya está embarazada de su segundo hijo, pero en realidad aún no se nota mucho, casi nada. (Por eso ella ya no está en celo, ya que está embarazada.)

Sigan a la autora en Ao3 RAEDMAGDON y lean su fanfic, no olvidando dejarle amor nwn

Advertencia: Este fic tiene contenido omegaverse (futanari) para quienes no le guste está temática, puede pasar de largo nwn.

PD: Los fics no son míos, yo solo traduzco por estos lados siempre dando créditos a sus verdaderos fickers, esto lo hago solo de fan para fans :3.



Resumen: Después de una muy necesario permiso de  maternidad, Asami regresa a Industrias Futuro mientras Korra cuida de su joven familia. Pero cuando fuerzas siniestras interrumpen su vida perfecta, Asami y Korra se encuentran  en desacuerdo sobre cómo deben proteger a sus hijos, así como al mundo entero.

 

 Capítulo 1


Asami se despertó con labios cálidos sobre su cuello y una mano suave acariciando su costado. Suspiró, sus pestañas aletearon, pero mantuvo los ojos cerrados. Quería saborear este momento: relajarse en la cama, con el brazo de su pareja envuelto alrededor de su cintura, acostada entre las sábanas enredadas que olían a ambas.

 

―Buenos días,―  murmuró Korra, apartando el cabello de Asami para colocar un beso debajo de su oreja. Asami abrió los ojos entonces, porque hacerlo significaba que podía ver el rostro de Korra, una de sus tres vistas favoritas en la mañana, así como en cualquier otra hora del día.

 

―Buenos días a ti también.―

 

Korra sonrió. Se inclinó hacia adelante, y Asami inclinó su barbilla para un beso, gimiendo cuando sus labios se encontraron. Era dulce, tan gentil como Korra era con ella por las mañanas, como si la alfa casi creyera que se despertaría sola, y se alegraba de descubrir de que no lo hubiese hecho. Asami podía relacionarlo. Había pasado su parte de las mañanas en solitario, deseando que las cosas fueran diferentes.

 

Ya no.

 

A regañadientes, se echó hacia atrás antes de que el beso volviera el ambiente demasiado caliente. Las cosas estaban tranquilas, mu sospechosamente. Involucrarse profundamente la una con la otra era sinónimo de  buscar problemas. Korra gimió y trató de perseguir sus labios, pero Asami le acarició la cara para mantenerla a raya. ―¿Has ido a ver a los cachorros?―

 

―Todavía no, pero no he escuchado ni pío―.

 

Eso solo hizo que Asami sospechara más, pero no vio ninguna señal de que Hiroshi estuviera despierto en la cuna, y no escuchó ningún sonido que implicara que Yasuko se había escapado de su habitación. Naga dormitaba al pie de la cama principal, roncando suavemente. Por la inclinación del sol de la mañana que brillaba a través de la ventana, era hora de que todos se despertaran, pero ¿tal vez se habían tomando un respiro poco común?

 

Sin inmutarse, Korra se inclinó de nuevo. Mientras se besaban, Asami dejó que su aturdimiento matutino se transformara en un tipo diferente de cosa que nublara sus sentidos. El calor se acumuló en la parte inferior de su vientre. Pasó una pierna sobre la cadera de Korra, moviéndose hacia adelante hasta que sus pechos se rozaron.

 

―Te amo,― murmuró Korra, tirando suavemente del labio inferior de Asami.

 

―También te amo.―

 

La lengua de Korra trató de empujar a lo más profundo, y Asami lo permitió, sin importarle el sabor mañanero en su boca. Las manos de su compañera, que habían vagado más abajo para apretar su trasero y enganchar su pelvis más cerca, distraían demasiado. El lento descenso de Korra desde sus labios la distraía aún más. Asami pronto se encontró de espaldas contra la cama, aunque no soltó el gancho de su rodilla de la cintura de Korra. Clavó su talón en la parte baja de la espalda de Korra mientras una cálida boca succionaba su cuello, deteniéndose en su marca de apareamiento antes de rozar su clavícula.

 

―Tendrás que ser rápida―, susurró Asami, pasando sus dedos por el cabello desordenado de Korra. ―No se quedarán dormidos mucho tiempo―.

 

―Mmf―.

 

 

Korra cambió al otro lado de su cuello, dejando un rastro de besos allí antes de bajar por su pecho.

 

Asami abrió sus muslos, jadeando cuando el musculoso estómago de Korra presionó entre sus piernas. Era la superficie perfecta para restregarse, cálida y firme, y ya estaba mojada...

 

―¿Mamá? ¿Mami?―

 

Korra soltó el pezón de Asami, enterrando su rostro en lo acolchado de sus pechos y gimiendo de decepción. ―Dime que no acabo de escuchar eso―.

 

Un suave resoplido desde los pies de la cama lo confirmó. Naga levantó la cabeza y miró a la puerta donde provenía la voz de Yasuko con ojos negros tosco, su cola golpeaba suavemente el suelo.

 

―Escuchaste bien.― Asami salió rodando de debajo del reconfortante peso de Korra, tirando de las sábanas debajo de sus brazos. ―Prepárate. Aquí viene.―

 

El rostro de Korra se iluminó. Olvidándose de su molestia instantáneamente, y su sonrisa brilló mucho más brillante que el sol mientras se levantaba de la cama y se ponía ropa interior de un montón de ropa desordenada. Naga se sacudió con más fuerza y se puso de pie y siguió a Korra, apartando el resto de la ropa con sus grandes y peludas patas.

 

Normalmente, Asami desaprobaba ese tipo desastre. El único desorden que toleraba era sólo lo relacionado con la oficina o el garaje, el tipo de desorden del que era más probable que fuera responsable. Pero con Korra, descubrió que no le importaba. Se enamoró un poco más cuando Korra se acercó de puntillas a la puerta de Yasuko en silencio.

 

―¿Mamá? ¿Mamá?―

 

Korra esperó, luego abrió la puerta de un tirón, lanzándose hacia adelante para agarrar a su cachorro mayor por la mitad y hacerle cosquillas en la pancita.

 

―¡Mami! ¡Noooo!―

 

A pesar de las protestas de Yasuko, Asami reconoció la risa alegre como un estímulo. Korra levantó a su hija, haciéndola girar mientras evitaba las patadas de sus regordetas piernas.

 

―¡Yasu! ¿Cómo está mi pequeña pingüino nutria?― Lanzó a Yasu al aire, luego la atrapó con seguridad, acunando a la niña contra su pecho. ―¿Lista para el desayuno?―

 

―¡Ujum!―

 

―Bien. Porque tengo hambre―. Korra le dio a Yasuko una gran sonrisa que hizo que el corazón de Asami se derritiera. ―¿Sabes lo que quiero comer?―

 

―¿Qué?―

 

Korra presionó besos por todo el rostro de Yasuko, haciendo sonidos om nom nom y haciendo que su cachorro emitiera chillidos de alegría. Los oídos de Naga se animaron. Ella trotó en círculo alrededor de ellas, deslizando unos cuantos lamidos cariñosos en el costado del brazo de Korra. Korra se rió y levantó a Yasuko para que el perro oso polar la olfateara, lo que hizo Naga es hacerle cosquillas en la cara a Yasuko con sus bigotes y dándole un baño con sus lamidas.

 

Tan adorable como era la vista, Asami estuvo tentada a ponerle fin. Estaban siendo bastante ruidosas, y si no tenían cuidado...

 

 

Un grito proveniento desde la cuna de Hiroshi confirmó sus preocupaciones. Con la velocidad de una madre preocupada, Asami abandonó la cálida de su cama y se apresuró a consolar a su pequeño. ―Eso fue demasiado― dijo, arqueando una ceja en dirección a Korra mientras acunaba a Hiroshi.

 

―Lo siento―, murmuró Korra con una sonrisa tímida. Dejó a Yasuko en el suelo, sosteniendo la mano de la cachorro con una de las suyas y rascando la cabeza de Naga con la otra. ―¿Oye, Yasu? ¿Qué tal si nos vestimos y empezamos a preparar el desayuno de tu mamá? Le espera un gran día hoy―.

 

Los ojos verdes de Yasuko se agrandaron. ―¿Un gran día?―

 

―Ujum. Mamá volverá a trabajar a Industrias Futuro. Pero no te preocupes. Pasaré todo el día contigo, tu hermano y Naga, y ella estará en casa esta noche para cenar―.

 

Asami no pudo evitar estar agradecida por el tono emocionado de Korra. Expresadolo de otra manera, la noticia podría haber hecho molesta para Yasuko, quien siempre había estado bastante apegada y no le gustaba separarse de ella. Acostumbrarla a quedarse con Pema antes del regreso de Korra había sido una prueba para sí misma, aunque la experiencia y la calidez de la omega finalmente se habían ganado a la quisquillosa cachorro.

 

Esta vez, el entusiasmo de Korra funcionó. ―¿Todo el dia?― Dijo Yasuko, rebotando sobre los pequeños dedos de sus pies.

 

Korra asintió. ―Todo el dia. Sólo nosotros cuatro. Luego, después de la cena, las cinco podemos comer el postre favorito de mamá. Excepto Naga―. Ella le dio al perro oso polar una mirada de soslayo. ―Ella está engordando un poco debajo de todo ese pelaje―.

 

Naga resopló al oír su nombre, todavía meneando alegremente.

 

―¿Dumpins? ¡Sí!― Yasuko se apresuró a regresar a su habitación para vestirse, mientras Korra la seguía, lanzándole a Asami un descarado beso de despedida mientras se iba. Naga trotó también, sonando sus garras chocaba en el suelo.

 

Asami sonrió y se sentó en la cama, acariciando el fino y oloroso cabello castaño de Hiroshi. Aunque no tenía el tono de piel oscuro de Korra, tenía sus impresionantes ojos azules, y su sonrisa con hoyuelos derritió el corazón de Asami de todos modos.

 

Desafortunadamente, su sonrisa no duró mucho. Hiroshi comenzó a tener hipo, y su cara redonda y blanda se puso de un rojo brillante. Gimió, agitando los puños. Asami lo acercó a su pecho. Aunque ya no necesitaba alimentarlo con tanta frecuencia como unos meses antes, él seguía siendo un bebé muy hambriento y exigente.

 

Se reclinó contra las almohadas y cerró los ojos, acariciando la cabeza de Hiroshi. Amamantar a su hijo más pequeño era reconfortante, y nunca salió de la cama, por lo que la tentación de quedarse dormida era fuerte. Su respiración se hizo más profunda, y los restos del aroma de Korra en medio de las sábanas la tranquilizaron aún más...

 

Tan a gusto que casi no estaba nerviosa por volver al trabajo. Casi.

 

Aunque había visitado a Industrias Futuro varias veces desde el nacimiento de Hiroshi, generalmente con ambos cachorros a cuestas para mostrárselos a sus socios comerciales más orientados a la familia, todavía tenía que quedarse un día entero. Se había mantenido al día con los papeleos y las llamadas telefónicas más urgentes, y por supuesto, había pasado mucho tiempo desde que estuvo más de unas pocas horas en su oficina de trabajo.

 

Una parte de ella lo estaba esperando. Por mucho que adorara ser madre, también amaba su trabajo y su compañía, y estaba ansiosa por volver al trabajo. Por otro lado, la idea de dejar Hiroshi por más de una hora o dos era silenciosamente insoportable.

 

―Estarás bien sin mí por un tiempo, ¿verdad?― murmuró, agarrando a su hijo un poco más fuerte. En momentos como este, realmente extrañaba a su padre. Su relación había sido complicada, especialmente al final, pero él podría haber tenido algunas palabras tranquilizadoras para ella...

 

―Te extrañamos con locura, pero estaremos bien―.

 

Asami abrió los ojos para ver que Korra había regresado. La bola dolorosa en su pecho se aflojó y suspiró en voz baja. Hiroshi se soltó ante el sonido, mirándola con ojos alerta y curiosos. Asami lo pasó a los brazos extendidos de Korra para que pudiera ponerse de pie.

 

―Es difícil―, murmuró, dejando que su frente cayera sobre el hombro de Korra.

 

―Lo sé―, dijo Korra. Se inclinó para que Asami la abrazara a ella y al bebé. ―Pero serás increíble. Siempre lo eres, Asami―.

 

Asami besó el hueco del cuello de Korra. ―Gracias.― 

 

―¿Por qué? Solo te estoy diciendo la verdad―.

 

En ese momento, Yasuko regresó corriendo a la habitación, agarrando tres jerséis en sus manos. ―¡Mamá! ¿Cuál?―

 

Una risa burbujeó en el pecho de Asami. Tenía que admitir que ver a su hija tan emocionada de pasar el día con Korra alivió algunas de sus preocupaciones. ―Mmm. ¿Qué tal el azul? El que tiene el pingüino nutria―.

 

Yasuko hizo una mueca. ―¡Nooo!― Arrojó el jersey azul al suelo, junto con uno verde, y en su lugar levantó uno rojo con el logo de Los Hurones de Fuego. ―Este.―

 

―Si ya sabías cuál querías, ¿por qué me pides mi opinión?― 

 

―Porque tengo combinar―.

 

―¿Mmm?―

 

Asami descubrió lo que quería decir la cachorro cuando Naga regresó a la habitación, luciendo bastante molesta. Yasuko se había puesto dos calcetines grandes con el tema de Hurones de Fuego, algunas de Korra, solo los Espíritus sabían cómo consiguió Yasuko ponerlo sobre sus orejas. El perro oso polar gimió, su cola estaba entre sus patas.

 

―Aw, Naga―, se rió Korra. ―¿No quieres jugar a disfrazarte?―

 

Naga gruñó y negó con la cabeza, haciendo que ambos calcetines volaran en lejos.

 

Asami rió. Sus preocupaciones se disolvieron y saboreó ese pequeño momento, disfrutando de su familia. Mientras los tuviera, todo lo demás saldría bien.

 

―Yo me ocuparé de los niños,― dijo Korra, sosteniendo a Hiroshi erguido contra su pecho. Miró por encima del hombro a Naga, que había vuelto a los pies de la cama para enfurruñarse, y le dedicó una sonrisa gorgoteante. ―Deberías tomar una ducha y prepararte para trabajar―.

 

La idea de una ducha tibia y humeante, así como tener unos momentos preciosos para ella sonaba a perfección. Asami plantó un beso de agradecimiento en los labios de Korra, luego pasó a Yasuko, quien se puso de puntillas con entusiasmo. ―Ven aquí, mi amor―, dijo, agachándose para atraer a la cachorro en un fuerte abrazo.

 

Yasuko se estrelló contra sus brazos y Asami la abrazó, inhalando el aroma de su hija. Yasuko se retorció, obviamente demasiado emocionada para un largo abrazo, pero la pequeña luchó por soltarse. Por maravillosa que fuera la ducha, su instinto maternal exigía que se quedará.

 

―Mamá―, se quejó Yasuko, ―¡demasiado apretado!―

 

―Lo siento.―  Asami la soltó, besando la melena elegante de cabello negro de la pequeña. ―Ve a ayudar a mami con el desayuno. Voy a ducharme.―

 

―¿Por qué? ¿Te ensuciaste?―

 

Korra se rió disimuladamente y Asami le lanzó una mirada.  ―Lamentablemente no.―  Alborotando juguetonamente el cabello de Yasuko, se dirigió al baño, estirándose en el camino. Suspiró aliviada cuando su columna y sus hombros sonaron. Con todo, se perfilaba como un comienzo perfecto para su primer día oficial de regreso al trabajo.

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