La Alfa Perdida. Capítulo 8. Por RaeDMagdon

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Hola gente bella, aquí como cada domingo pues les comparto nuevo capítulo del fic La Alfa Perdida, y creo que hoy subiré dos, pero mientras a disfrutar este mientras terminó de traducir el otro nwn

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Advertencia: Este fic tiene contenido omegaverse (futanari) para quienes no le guste está temática, puede pasar de largo nwn.



PD: Los fics no son mios, yo solo traduzco por estos lados siempre dando créditos a sus verdaderos fickers, esto lo hago sin fines de lucros solo de fan para fans :3


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CAPÍTULO 8

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-"¡Tienes que entrar en Estado Avatar! ¡Hazlo!"-
Al principio, ella se resiste. Sus músculos entraron en conflicto sintiéndolo martillear, endureciendo mucho más allá del dolor. Pero ella sabe que Su tiene razón. Su cuerpo le duele por la paliza que recibió, y ya casi medio derrotada ya en el suelo. Derrotada, igual que todas las veces anteriores. Kuvira no es la primera persona que le hacia daño, pero sentía que sería la última.
Es el miedo que fluía y corría por todo su cuerpo. El miedo a morir, el miedo al fracaso, el miedo a no volver a ver a Asami, a no ver nunca a Yasuko-
Sus ojos estaban abiertos. Todo está claro. Kuvira se movía lento casi que a rastra, y ella terminó haciendo una salvaje ráfaga de viento. En vez de estar un paso atrás, tenía toda la velocidad que necesitaba. Saliendo aire desde su palma extendida, golpeando a Kuvira lejos.
Esta vez, no era quien estaba agazapada. Elevándose del suelo con la fuerza de la tierra sobre sus brazos. Ella es fuerte como una roca, hambrienta que el fuego, tan implacable como una fortísima lluvia. Con un golpe, puede terminar esto. Ella puede recuperar su título y su honor. Puede recuperar a su pareja e hija. Puede volver a su vieja vida ...
Pero entonces la figura en el suelo levantó la cabeza. El rostro que la miraba y que era cubierto por el cabello oscuro no es de Kuvira. Bajando la mirada se vio a si misma en Estado Avatar.
El miedo comenzó a arde en su pecho. Tapando su garganta. El peso de la esperanza de todos era repentinamente insoportable. Ella no era el Avatar invulnerable que se elevó. Estaba de nuevo en el suelo elevando la mirada, brillando intermitentemente. No pudo soportar mirar el malvado reflejo de su propio rostro por más tiempo. Tambaleándose en el aire, gritando mientras caía, levantando  una nube de polvo.
-"Sabía que eras débil."-
El desdén que emanó de la voz de Kuvira la debilitó. Tropezando a ciegas, buscando una segunda oportunidad, pero es demasiado tarde. Con la fuerza de Raava fuera de ella, no es lo suficientemente rápida como para esquivar las bandas de metal. No lucho mientras Kuvira la lanzaba por los aires. Entregándose a la derrota, con los brazos atados y extendidos sobre su cabeza, la barbilla terminó cayendo contra su pecho.
* * *
-"¿Señorita, no saldrá?"-
El sonido de la voz del conductor sorprendió a Korra sacándola de su pánico. El recuerdo había sido tan viva que ni siquiera había notado de que se habían detenido. Levantando la cabeza, tratando de orientarse. El taxi estaba aparcado donde se suponía que estaría, justo a las afueras de Los Cuatro Elementos. Y aquí estaba ella, congelada de miedo nuevamente, sintiéndose tan indefensa como lo sintió bajo las garras de Kuvira.
Kuvira tenía razón,  pensó Korra, mirando hacia su regazo. Cuando ya no podía soportar mirar sus temblorosas manos, cerró los ojos, conteniendo las lágrimas. Soy débil. La mujer que amo me está esperándome a pesar de haberla herido, y ni siquiera soy lo suficientemente valiente como para bajarme del taxi. Espíritus, soy el Avatar más patético. No, la persona más patética.
Tragando saliva al ver que el conductor la miraba a través del espejo retrovisor, pero le tomó un momento para responder. -"Yo- Um. Tengo como pagar, lo prometo, pero... ¿podemos simplemente, quizás... permanecer sentados aquí un momento?... No sé si realmente pueda bajarme."-
Para su alivio, el conductor no le pidió salir del taxi o pedirle una explicación. Él le dio una sonrisa comprensiva y asintió con la cabeza. Korra permaneció en su asiento, tratando de calmar su corazón acelerado. Pronto, sus dedos comenzaron a temblar y sus pies comenzaron a moverse contra el suelo. Todavía estaba aterrorizada, pero era aún insoportable tener a Asami cerca. Estaban en la misma ciudad por primera vez en años, que casi podía engañarse pensando que sentía la presencia de Asami.
¿Ya está adentro esperándome ? ¿Y si me dejo plantada y Mako no pudo convencerla para que viniera? ¿Y si trajo a Yasuko? ¿Y si no trajo a Yasuko?  El estómago de Korra dio una sensación de pánico al pensarlo. ¿Y si sólo vino a decirme que no puedo acercarme a nuestra hija?
-"¿Señorita?"- Korra se dio cuenta de que estaba temblando. Alzó la vista para ver al taxista apoyado en el hombro del asiento. -"No es asunto mío, pero tal vez debería entrar. Lo que le moleste no va a mejorar si espera aquí."-
-"Tienes razón."- Murmuró. -"Gracias."- Después de pagarle el pasaje y darle una forzada sonrisa, salió del taxi y se giró para mirar al hotel. El portero la miraba con una expresión curiosa, y se dio cuenta de que tal vez parecía un desastre. Se pasó una mano nerviosa por el cabello, tratando de no dejar que sus pensamientos la abrumaran de nuevo.
¿Qué pasa si entro allí y me sonríe o me da una bofetada y no sepa qué decir? ¿Le digo que lo siento? ¿Le digo que la amo? ¿Y si no lo responde de vuelta?  ¿Y si se piensa que no llegue porque estoy llegando tarde...  Eso hizo que se moviera. Prácticamente corrió hacía la entrada principal, sin molestarse en preguntarle al portero desconcertado hacía donde se dirigía.
Tan pronto como alcanzó el vestíbulo, deteniéndose en seco. No necesitaba que nadie le dijera dónde estaba Asami. El olor de su pareja le hacia arder su nariz hasta que no podía respirar nada más. Se filtraba en cada uno de sus poros, encendiendo la llama en su piel. Un estremecimiento recorrió su cuerpo, pero el miedo se clavó su pecho. Conocía ese olor y sabía lo que significaba. Asami estaba aquí- en celo, y sin pareja, y muy  cerca. Era una tortura, demasiado buena para ser cierta.
-"No me merezco esto."- Gruñó-. Sus instintos gritaban para que siguiera el olor de Asami, pero permaneció totalmente inmóvil, rígida. -"No la merezco, no debería haber venido..."- Una punzada de deseo se disparó directamente entre sus piernas, casi causando que se encogiera, mordiéndose el labio inferior, luchando para evitar el cambio. Lo último que necesitaba era aparecer después de tres largos años con una dolorosa erección, como si estuviera esperando algo.
Pero era demasiado tarde. Sintiendo como una gota de sudor resbalaba por su espina dorsal, y agonizando entre dolorosos suspiros mientras su adolorido clítoris comenzaba a hincharse. Comenzó a moverse, no quería llamar la atención, pero aunque intentaba caminar hacia la calle, sus pies se negaron a llevarla afuera. Su cuerpo no la dejaba moverse a menos que siguiera sus demandas y tomara uno de los pasillos laterales más pequeños. El olor de Asami se hizo más fuerte, y la cantidad de gente a su alrededor comenzó a desaparecer.
A pesar de que permaneció concentrada en su objetivo, Korra notó un cambio en su entorno mientras caminaba. El vestíbulo era aún todavía era más lujoso, decorado con cortinas rojas, pero las puertas estaban hechas de metal en lugar de madera, con barras sujetas a través de ellos y cerraduras con bloqueos extras. Su estómago se revolvió cuando se dio cuenta de que Asami había elegido esperarla. Espera, ¿recámaras de aislamiento? ¿Por qué Asami vino aquí? El peor de los supuestos- que Asami quisiera de un modo sencillo escapar de ella- ni siquiera era tan aterradora como de las suposiciones más optimista.
Eventualmente, llegó al final del camino. Doblando una esquina deteniéndose en seco, olvidando por completo cómo moverse. Asami estaba sentada en un banco acolchado, con las piernas dobladas con gracia, la cabeza inclinada mientras estaba leyendo la revista que descansaba sobre su muslo. Lentamente, marcó su página y levantó la vista. El corazón de Korra dio un vuelco. Era el mismo rostro que había visto a través de las raíces del Gran Árbol, pero esta vez, esto era real.  Asami estaba sentada a unos pocos metros de ella, y lo más asombroso de todo, sus labios se dibujó una sonrisa.
Un centenar de impulsos luchaba dentro de ella. Quería tomar Asami entre sus brazos y nunca dejarla ir. Quería darse la vuelta y correr antes de empeorar las cosas. Quería decir que lamentaba haberse ido, confesar todo lo que había hecho, arrojarse a los pies de su amada aunque sabía que no merecía perdón. Quería cerrar la distancia que les quedaba entre ellas en silencio y besar sus labios desesperadamente hasta que el dolor que ardía en la boca de su estómago dejará de doler.
Al final, no hizo o dijo nada que quisiera. Las palabras altamente insatisfactorias que salieron de su boca fueron: -"Espero que no hayas esperando demasiado tiempo."-
Asami dejó a un lado la revista. -"Sólo tres años."-
Korra evitó sus ojos, parcialmente por culpa, en parte porque temía lo que encontraría allí. -"Me lo merezco."- Mirando a su alrededor, aunque no pudo evitar que su mirada se quedara sobre el cuerpo de Asami. Incluso sentada y vistiendo una bien diseñada pero voluminosa chaqueta, su pareja era aún irresistible. -"¿Yasuko está aquí?"-Preguntó ella, la única pregunta segura que ardía en su mente. La esperanza de ver a su hija era el único pensamiento no sexual que había sido lo suficientemente fuerte para quedarse en su mente después de atrapar el aroma de Asami.
-"Hoy no, ¿te preocupa?"-
La mente de Korra se aceleró. 'Hoy no'  era mucho mejor que un 'No' , pero el  '¿Te preocupa?'  No era prometedor. -"Sí."- Balbuceó ella. -"Mucho."-
Asami se levantó del banquillo, dando algunos pasos. Esta vez, Korra no pudo evitarlo. Sus ojos se cerraron, y una vez más, dejó de respirar. Asami la miraba con ira y resentimiento al igual con una especie de lujuria salvaje. Su mera presencia tenía más poder del que nunca había visto.
-"¿Y qué dices de mí? ¿Todavía te importo?"-
No había un mejor momento para decirlo que ahora. -"Por supuesto, te amo, siempre lo he hecho, y lo sigo haciendo, aunque mis acciones no lo demuestren."-.
Como ella esperaba, Asami no estaba impresionada. La experiencia les había enseñado a ambas que el amor por sí solo a veces no era suficiente. -"Dime eso de nuevo después de que lo hayas demostrado. Tal vez podría significar algo."-
Sus ojos se abrieron, y se estremeció mientras Asami se acercaba más. -"¿Demostrarlo? Pero-"
Los ojos de Asami descendieron ardiente de su rostro, fijándose directamente entre sus piernas. Korra casi gimió cuando notó la considerable protuberancia allí. Se había olvidado de ello mientras estaba distraída, pero ahora, su miembro estaba completamente formado y apretado contra sus pantalones. La presión que golpeaba a lo largo de su adolorido miembro, y aunque todavía había una pared invisible entre ella y Asami, la intensidad de esa mirada la había sentido casi como un tacto.
-"No te estoy pidiendo que lo demuestre acostándote conmigo."- Dijo Asami. Por primera vez, con una voz mortalmente calmada y rota. Cuando Korra levantó la cabeza, no se sorprendió al ver lágrimas en los ojos de Asami. -"Demuéstralo quedándote."-
La nebulosidad en su cabeza empeoró y su corazón dio un vuelco más rápido. -"Volví para quedarme."- le prometió, con toda la sinceridad que desde muy dentro pudo sentir. -"No te dejaré de nuevo."-
-"Dices eso, pero ni siquiera sé si sea cierto y si es que querría algo de ti después de esto, si no pudiste dejarme tomar esa decisión en lugar de hacerlo tú sola, entonces necesitas irte. Usaré una de las recámaras."-
La idea de volver sólo para que le dijera que podría ser demasiado tarde era insoportable, pero sabía que Asami tenía razón. Ella había tomado la decisión por ellas la última vez, y la mantuvo por tres años. Este era el turno de Asami, y ella solo tendría que hacerle frente con lo impotencia que la hacía sentir. -"Te amo, me quedaré, aunque..."- Incluso si no me quieres ya.
Su respuesta fue la primera chispa. Asami avanzó, reclamando sus labios con un beso crudo. Sabía que a pesar de la pena y el tiempo perdido, excepto por la ira dentro de ella que alimentaba la llama del deseo en sus cuerpos. Por primera vez en tres años, Korra estaba totalmente segura de qué hacer. Devolviendo aquel crudo beso, aceptando todo lo que Asami había desatado sobre ella sin vacilar.

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