Hola gente bella, muy buena tardes o noche, depende donde se encuentre nwn. Como prometí que comenzaríamos con un proyecto nuevo llamado Flores de Luna, sólo tienen 2 capítulos, dos capítulo llenos de ricura omegaverse, por lo que ya saben 7v7 jajajaja!
Nota de la Autora: Este toma lugar de la serie La Estrategia de Una Omega: La Alfa Perdida (Por si no lo han leído vayan a nuestro LISTADO).
Me imagino que este fic ocurre entre el epílogo de La Alfa Perdida, por lo que aún ninguna de las dos se han ido de vacaciones al Mundo de los Espíritus. Asami ya está embarazada de su segundo hijo, pero en realidad aún no se nota mucho, casi nada. (Por eso ella ya no está en celo, ya que está embarazada.)
Sigan a la autora en Ao3 RAEDMAGDON y lean su fanfic, no olvidando dejarle amor nwn
Advertencia: Este fic tiene contenido omegaverse (futanari) para quienes no le guste está temática, puede pasar de largo nwn.
PD: Los fics no son míos, yo solo traduzco por estos lados siempre dando créditos a sus verdaderos fickers, esto lo hago solo de fan para fans :3.
Capítulo 1
PD: Rut: En pocas palabras celos de los alfas
Cuando Asami se despertó de su sueño, siendo el causante el sonido del piar matinal de los pájaros, el dulce olor de las flores de luna que se filtraban desde el jardin que estaba cerca de la ventana del dormitorio y la familia calidez de su pareja dentro de ella. El cuerpo de Korra cubría su espalda, cálido, fuerte y reconfortante, pero no del todo quieto. Las caderas de la alfa dieron un suave y necesitado empujón contra su trasero, y los labios de Asami se torcieron en una sonrisa.
―Buenos días cariño.― Abrió los muslos y levantó las caderas ligeramente. ―Adelante.―
Korra no respondió con palabras. Ella gimió, envolviendo sus manos alrededor de la cintura de Asami y moviéndose cada vez más profundamente. Era obvio que por sus movimientos lentos y suaves que aún estaba medio dormida, pero Asami no se sorprendió. Basado en el otro aroma que le hacía cosquillas en la nariz junto con los movimientos lleno de necesidad y chi de Korra, su pareja tenía una excusa válida.
El olor del rut de Korra era de alfa, destilado, denso, fuerte y condimentado con la sal del sudor. Su aroma era lo suficientemente fuerte como para hacer latir las paredes internas de Asami. Ella le apretó, ordeñando el grueso miembro enterrado dentro de ella.
No hizo falta mucho para convencer a Korra de que siguiera adelante. Sus movimientos eran lentos pero determinados, y cada uno sacudía a Asami hasta la médula. Ella gimió, pero dudaba que Korra siquiera escuchara lo escuchara, concentrada como estaba. Asami podía decir que su mente estaba concentrada en un solo pensamiento: llegar más profundo.
Era más fácil decirlo que hacerlo. El grosor de Korra era como su regalo principal, pero también era larga, y Asami podía sentir que tocaba fondo en cada embestida. La presión hizo que sus propias caderas se agitaran, pero fue Korra quien controlaba el ritmo.
Mientras aceleraba el ritmo, Asami no podía hacer nada más que arañar las sábanas. Se las arregló para amortiguar la mayoría de sus gritos sobre la almohada, al menos hasta que sintió que el nudo de Korra rompía su entrada. Se liberó para respirar, dejando escapar un gemido agudo. Tomar algo tan grande no siempre era fácil, pero oh Espíritus, valía la pena una vez que el ardor se desvanecía y la sensación de plenitud se instalaba dentro de ella.
Korra gruñó suavemente contra su hombro, mordiendo con insistencia, pero no era necesario. Asami estaba más que lista. Su cuerpo se abrió como una de sus pálidas flores de luna bajo el cielo nocturno, y el nudo de Korra se hundió en su resbaladiza intimidad.
A pesar de la experiencia que tenía, Asami todavía tardó varios segundos en adaptarse. Llenandola por completo, podía sentir el calor palpitante del nudo de Korra mientras sus músculos se amoldaban al miembro. Pronto sus paredes internas también estaban agitadas, porque Korra estaba demasiado impaciente como para esperar. Las caderas de la alfa comenzaron a moverse con creciente urgencia y determinación, sus movimientos eran superficiales pero rápidos.
Asami volvió a hundir la cara en la almohada. Por la forma en que Korra se retorcía dentro de ella, no le faltaba mucho.
Fue una sorpresa para Asami que ella fuera la primera en llegar al orgasmo. Korra no estaba dando en el lugar correcto, pero su nudo era lo suficientemente grande como para golpear cada lugar dentro de ella, y Asami no podía aguantar más, sintiéndose como si estuviera orillada al borde de un precipicio. Cayó, gimiendo, meciéndose hacia atrás de manera egoísta contra su pareja mientras sus músculos internos hacían todo lo posible por seguir agitado.
Las oleadas solo se hicieron más fuertes cuando Korra se puso rígida encima de ella y agarró su hombro en un mordida firme. A pesar de que lo estaba esperando, Asami dejó escapar un suave sonido de sorpresa y placer cuando la liberación de Korra se derramó sobre ella. El calor inundó su centro, masajeando sus paredes internas, y extendió aún más sus muslos, suspirando con satisfacción mientras Korra se acomodaba encima de ella.
Asami pasó los siguientes minutos en una agradable sensación de tener la mente en blanco. Su compañera por lo general tardaba un poco en acabar, pero no le importaba, especialmente porque Korra se preocupó por su marca de apareamiento y besó su cuello mientras la llenaba, estimulándola entre varias más pequeñas liberaciones. Pronto, la parte inferior de su vientre tenía una agradable firmeza con la calidez acumulada, y las caderas temblorosas de Korra finalmente se relajaron.
―Buenos días―, dijo Korra tímidamente.
Asami apretó un poco más, provocando otro latido suave del miembro relajado de Korra. "Veo que alguien necesitaba un poco de atención".
―Es mi rut―, suspiró Korra. ―Intentaré no molestarte de nuevo hoy...―
―Puedes molestarme todo lo que quieras―. Asami volvió la cabeza para poder ver al menos un poco de la cara de Korra. La piel oscura de su compañera tenía un brillo extra, y sus profundos ojos azules eran agudos y hambrientos. ―Haré algunas llamadas. Estoy seguro de que a Yasuko no le importará ver a su tío Mako hoy...―
En el momento justo, Asami escuchó un ruido demasiado familiar en la habitación contigua a la de ellas: el sonido de un llanto agudo. Duró solo unos segundos, como si su cachorro estuviera esperando una respuesta, antes de comenzará de nuevo.
―No le gusta la cuna que le hice―, dijo Korra, un poco triste.
―Eso es sólo porque lo reforcé para que no pudiera seguir escapando. ¿Puedes salir?―
―No quiero―. Korra movió un poco sus caderas, claramente triste al pensarlo. ―Tan cálida y suave... te juro que podría pasar todo el día dentro de ti―.
―Oh, Korra...― Asami sintió una punzada de lástima por su amada. No tenía experiencia de primera mano con los ruts, pero si se parecían en algo a sus calores, Korra probablemente se sentía bastante incómoda. ―Una vez que lleve a Yasuko a Mako, puedes pasar todo el día dentro de mí si quieres―.
Korra pareció sorprendida al principio, pero su rostro pronto se iluminó con una sonrisa. ―¿Quieres decir? No hagas promesas que no puedas cumplir, porque voy a aceptarlas―.
―Por supuesto que lo digo en serio. Asami Sato nunca retrocede ante un desafío―.
El llanto comenzó de nuevo y Asami hizo una mueca. No importa cuán cómodas estuvieran ella y Korra, una madre nunca podría ignorar el llanto de su cachorro.
―Déjame levantarme. Una vez que esto esté resuelto, seré todo tuya―.
* * *
Resolver "esto" tomó un poco más de lo que Asami hubiera preferido. Después de ganar la batalla al vestir a Yasuko, había llamado a Mako, solo para encontrar un obstáculo en su plan. Felizmente accedió a llevarse a Yasuko por el día de hoy y, afortunadamente, no pidió una explicación, pero no pudo conducir a la mansión Sato de inmediato y llegar rápido. Para acelerar el proceso, Asami había dejado a Yasuko con una Pema muy comprensiva durante una hora para llenar el espacio de tiempo. Normalmente, le habría asignado esa responsabilidad a Korra, pero por su estado actual, Asami había pensado que era mejor dejarla en casa.
Pema tampoco había necesitado una explicación.
―Alfas―, suspiró, viendo a sus propios hijos correr alrededor de la glorieta de la Isla Templo de Aire. Jinora estaba meditando, ajena al ruido, pero los demás tenían varias manchas de hierba que los incriminaba, especialmente Meelo. ―Sé que Jinora es la única que se ha sido así tranquila, pero tengo un presentimiento sobre Meelo, y tal vez incluso sobre Ikki...―
―Trato de no tener esos sentimientos―, dijo Asami, sonriendo mientras Yasuko y Rohan comenzaban a perseguirse alrededor de un charco de barro. ―Todos adivinaron mal sobre mí cuando era pequeña. Pero si tuviera que apostar por Yasuko...―
Pema rió. —No aceptaría esa apuesta. No te preocupes, me aseguraré de que se canse antes de que llegue el tío Mako. Tal vez todos salgamos a tomar un helado.―
Asami se humedeció los labios. El helado sonaba encantador, pero no tanto como la delicia que tenía esperándola en casa.
* * *
Korra se abalanzó sobre ella tan pronto como entró por la puerta.
Asami dejó caer su bolso al suelo mientras su pareja volaba a sus brazos, asfixiando su rostro con besos y frotándose no muy sutilmente contra su cadera. No pudo evitar reír cuando sintió el notorio bulto presionando contra su muslo, y acarició un lado del rostro de Korra, tratando de tener un poco de espacio.
―Al menos déjame quitarme los zapatos primero―, se rió entre dientes.
Korra comenzó a gruñir, pero el ruido se convirtió en un gemido lleno de necesidad. Dio un paso atrás, permitiendo a regañadientes que Asami se quitara los zapatos y el abrigo.
Sin embargo, no le dio a Asami la oportunidad de guardarlos. Terminaron amontonados en el suelo cuando Korra comenzó a agarrarla de nuevo.
―¿Asumo que no quieres desayunar primero?―
En lugar de responder, Korra atrapó sus labios, chupando el labio inferior hasta que Asami los abrió y permitió que su lengua entrara. Se besaron durante un rato, de manera profunda y urgente, hasta que la espalda de Asami golpeó la pared cercana y sintió ansiosos dedos tirar de la cremallera de su falda.
Decidió compadecerse. Ella se lo había prometido, después de todo.
―Adelante―, murmuró, y Korra no perdió tiempo en arrancarle la falda y apartar sus bragas.
Asami sintió la punta del miembro de Korra empujar dentro de su entrada. No se había dado cuenta de que Korra ya lo estaba sacando, pero no tuvo tiempo para preguntarse eso, las caderas de Korra comenzaron a moverse y, de repente, estaba llena de nuevo. Su compañera había logrado deslizarse dentro de ella de un solo empujón.
Un empujón se convirtió en varios, y los jadeos de Asami resonaron en el amplio vestíbulo mientras Korra comenzaba a entrar y salir de ella. Fue rápido y duro, pero Asami tuvo la sensación de que su pareja no estaba tratando de ser contundente. Simplemente estaba desesperada.
Asami sintió como una oleada de afecto la invadía. Acarició el rostro de Korra, sorprendida de encontrarlo reluciente de sudor. ―Está bien―, susurró, tratando de ofrecer algo de tranquilidad. ―No voy a ninguna parte. Te daré lo que necesites... ¡Oh!―
Gritó, temblando mientras sus músculos se estiraban para adaptarse al nudo de Korra que estaba comenzando. Creció rápidamente dentro de ella, presionando contra sus paredes internas, y Asami se vio obligada a enganchar una rodilla alrededor de la cadera de Korra para obtener un equilibrio adicional mientras los empujes de su pareja se volvían irregulares.
Un momento después, Korra se derramaba dentro de ella, inundando su núcleo con calidez y jadeando pesadamente contra su cuello. Las contracciones llegaron rápido y con fuerza, uno tras otra, hasta que el clítoris de Asami latía de igual manera. Aunque no había estado particularmente cerca antes, la atracción hacia el chi de Korra y las ráfagas abruptas de su orgasmo fueron más que suficientes para llevarla al límite también. Ella alcanzó su punto máximo en unos pocos movimientos más adelante, inclinando su cabeza hacia atrás contra la pared y cerrando su pierna con más fuerza alrededor de la cintura de Korra.
Mientras poderosas oleadas corrían entre ellas, Asami logró atrapar los labios de Korra en otro beso. Fue tan ardiente, incluso más hambriento que el primero, y fue lo suficientemente desesperado como para que sus dientes chocaran. A Asami no le importaba. La conexión, tan húmeda y dulces como estaba, sintió que su corazón palpitante iba hacia el cielo.
Aunque los preleminares había sido rápido, tomó un tiempo para que sus cuerpos unidos se calmaran. Eventualmente, la necesidad de aire los obligó a separarse, pero Korra reemplazó el beso con una mordida, agarrando el hombro de Asami entre sus dientes mientras sus caderas daban un movimiento final y su miembro terminaba de vaciarse con algunos chorros muy estremecedores. Asami guardó un momento de silencio por su camisa rota. Sospechaba que Korra había roto algunas costuras en el cuello durante sus intentos por encontrar un agarre.
Solo cuando ambas habían superado sus espamos, Korra la soltó y la miró con una sonrisa culpable. ―Lo siento. No quise ser tan rápida.―
Asami se rió, acunando el rostro de Korra entre sus manos. ―Obviamente, lo necesitabas―. Se inclinó y presionó un suave beso en la brillante frente de Korra. ―¿Qué tal un almuerzo? Una vez que puedas retirarte, por supuesto―.
Korra hizo un ruido de aflicción, moviendo sus caderas suavemente. El gesto no necesitaba palabras, quería quedarse exactamente donde estaba.
―Bueno, no es como si pudieras quedarte dentro y llevarme a la cocina...―
Los esperanzados y suplicantes ojos azules de Korra se fijaron en ella, y Asami suspiró.
―Bien. Pero si me dejas caer, nunca dejaré que me lleves al extremo de nuevo.―
* * *
Al final resultó que, Korra no tuvo ningún problema en llevarla a la cocina. Pronto, Asami se encontró en una posición muy extraña, sentada en el regazo de Korra mientras ambos compartían una silla. No habían podido hacer un desayuno de verdad, pero Korra se las había arreglado para agarrar un tazón de frutas mixtas del refrigerador. Amablemente, había accedido a ponerse de cara al respaldo de la silla, permitiendo a Asami acceder a la mesa siempre que alcanzara los brazos de Korra.
Era incómodo comer de esa manera, pero su estómago hambriento tomó la decisión por ella. Comenzó a masticar rodajas de melón, asegurándose de ofrecer algunas a Korra también. El cálido roce de los labios de Korra contra las yemas de sus dedos hizo que los pensamientos de Asami regresara a aquel día en el vestíbulo, el suave y largo miembro de Korra era un recordatorio constante. El nudo se había desvanecido y ablandado, pero Korra parecía bastante contenta de mantenerlo donde estaba a pesar de cualquier incomodidad.
―Entonces, realmente lo decias en serio cuando dijiste que querías quedarte dentro de mí durante todo el día...―
Korra tomó su mano, colocando un suave beso en el centro de su palma. ―Se siente bien. No estar dentro de ti duele―.
―Lo entiendo―, dijo Asami. ―Cuando estoy en celo, no tenerte dentro de mí duele―.
―Mmhmm―. Los labios de Korra rozaron suavemente sus nudillos, deteniéndose para besar cada uno. ―Es solo que...- Beso. ―Estás cálida...― Beso. ―Y suave...― Beso. ―Y tan apretada...― Beso. ―Y es como si me estuvieras abrazando.― Cuando se quedó sin nudillos para besar, Korra tomó los dedos de Asami entre sus labios, lamiendo el dulce jugo que goteaba de ellos.
Asami se estremeció ante la suave succión de la boca de Korra. Podía imaginarlo en otros lugares con demasiada facilidad, pero eso requeriría que Korra se retirara. A menos que ... Asami comenzó a desabrocharse la blusa ya desacomodada, todos los pensamientos de comida desaparecieron de su mente. Quizás tenía algo que ver con el chi de su pareja, pero de repente tenía necesidades más urgentes que satisfacer.
Los ojos de Korra se agrandaron con cada botón de la blusa que se abría. Pronto, ella estaba sonriendo de oreja a oreja. ―¿Asami?―
―Shh―. Asami terminó de desabrocharse la blusa y bajó las copas negras de encaje de su sostén, dejando que los tirantes sueltos cayeran de sus hombros. Agarró la parte posterior de la cabeza de Korra, atrayéndola hacia adelante. ―Si no vas a comer, aprovecha mejor esa boca―.
Korra gimió suavemente, pero obedeció, tomando la punta rígida del pezón de Asami con su boca. El calor era tan bueno como Asami había imaginado. Clavó los bordes de sus uñas en el cuero cabelludo de Korra, arqueando su columna y moviendo sus caderas para ofreciendose en un mejor ángulo.
Los movimientos sutiles hicieron que Korra gruñera. Agarró las caderas de Asami, y ella jadeó al sentir el miembro de su compañera hincharse dentro de ella. Ver a Korra volverse dura era para ella hermoso, pero sentirlo desde dentro era completamente diferente era otra cosa.
―¿Ya?― Murmuró.
―Tú lo provocaste,― protestó Korra mientras besaba el otro pecho. No podía moverse estando sentada como estaba, pero eso no le impidió instar a Asami a subir y bajar de su agarre.
Asami no necesitaba un estímulo adicional. Comenzó darle sentones, tan ansiosa de tomar a Korra dentro suyo, así como Korra también sentía estando dentro de ella. ―No te preocupes,― respiró al lado de la oreja de Korra, presionando un beso amoroso en el lóbulo. ―Ahora tenemos todo el día, y nada nos separará a las dos...―
* * *
―¿Asami?―
El pomo de la puerta se movió y Asami suspiró desde su posición en el frío inodoro. Estar separada del cálido cuerpo de Korra también era desagradable para ella, pero eso era ridículo.
―Korra, solo necesito orinar. Saldré en dos minutos.―.
―Pero Asami...―
La perilla volvió a moverse, reforzando la decisión de Asami en bloquearla. Podía oler el aroma de Korra desde la otra habitación, y se hacía más fuerte a cada segundo.
―No puedo ir si sé que estás ahí afuera esperándome. Métete a la cama y toma el asunto en tus propias manos. Te prometo que te cuidaré una vez que haya terminado―.
―Pero…―
―Korra―.
Algo en su tono debió haber transmitido el mensaje, porque Asami escuchó a Korra soltar un fuerte suspiro y alejarse de la puerta. Casi podía imaginarse el puchero en el rostro de su pareja, y sintió la urgencia inmediatamente dejar fluir su chi para hacerla sentir cómoda. Otros instintos, sin embargo, eran más urgentes. Ella suspiró, tratando de relajarse. No era culpa suya. Necesitaba hidratación extra, ante el ritmo que Korra llevaba.
* * *
Cuando Asami salió del baño, sintiéndose más aliviada, vio que Korra había decidido seguir su consejo. Con una mano rodeaba firmemente su miembro, acariciando desde la base hasta la punta, pero no parecía estar haciéndolo mucho bien. El surco de su ceño era profundo y los ruidos bajos que hacía rozaban a la desesperación. Hizo una pausa, olisqueando, y cuando levanto la vista, Asami sintió una corriente recorrer su cuerpo cuando sus ojos se encontraron.
―¿Te gustaría algo de ayuda con eso?―
―Por favor,― gimió Korra.
Asami permitió que aquel espiral aroma del chi de Korra la atrajeran. Se subió a la cama, pero no pudo evitar hacer una mueca de dolor por el movimiento. Después de pasar la mayor parte de la mañana con Korra dentro de ella, todavía necesitaba unos minutos de descanso.
La solución llegó mientras miraba el miembro de Korra. La punta ya estaba barboteando líquido pre-seminal y Asami se humedeció los labios. Con suerte, a Korra no le importaría otro tipo de calidez.
―Sostén mi cabello―, dijo, desenvolviendo los dedos de Korra de su miembro y guiándolos hacia su cabeza. ―Y trata de relajarte―.
Korra se reclinó contra las almohadas y respiró hondo. Tomando el pelo de Asami entre sus manos y quitándolo de la cara de Asami. ―Está bien. Pero por favor, necesito...―
―Lo sé.―
Asami no estaba tomándole el pelo. Se inclinó hacia adelante, tomando la punta del miembro de Korra directamente con su boca.
La reacción de Korra fue inmediata. Sus caderas dieron una ligera sacudida y sus dedos se flexionaron con urgencia. ―Asami...―
Asami pasó la lengua por el surco de la cabeza hinchada, gimiendo cuando el sabor de Korra se extendió por su lengua. Era más intenso de lo habitual, pero no le importó el toque extra de sal. Era una prueba de la necesidad de Korra sentía, el deseo que Korra sentía por ella, y lo aceptó con gusto.
Después de algunos movimientos circulares, Korra pasó de sujetar su cabello a tirar de él. Sus caderas comenzaron a moverse con impaciencia, Asami no se sorprendió cuando unos centímetros más del miembro de Korra se deslizaron por sus labios. Normalmente, su boca dejaba a Korra debilitada y jadeando, dispuesta a aceptar cualquier placer, pero esto era diferente. Asami podía sentir el cambio dentro de ella: la necesidad de Korra enterrarla, de llear al orgasmo lo más rápido posible. Ahora no era el momento de la lentitud y sutileza.
Envolvió sus dedos alrededor de la base del miembro de Korra y la apretó.
La pelvis de Korra se levantó de la cama. Ella gruñó, sus músculos abdominales se tensaron, y la respiración de Asami se cortó cuando la punta del miembro de Korra llegó a su garganta.
Después de unos segundos, Korra pareció darse cuenta de lo que había hecho. Ella volvió a bajar su pelvis, sus ojos nublados volvía a enfocarse ahora su mirada parecía tener culpa. Asami solo sonrió. Se echó hacia atrás, haciendo que su boca recorriera a lo largo del miembro de Korra, dándole un suave beso a la punta antes de soltarla y sentir el aire fresco. ―No tienes que reprimirte―, dijo, esperando que Korra pudiera escuchar la sinceridad en su voz. ―Si me estás lastimando, te detendré―.
Esas palabras rompieron la moderación ya tensa de Korra. Sus dedos se flexionaron, agarrando con más fuerza el cabello de Asami, y moviendo su pelvis hacia atrás para luego comenzar con movimientos adecuados.
Pronto, ella estaba bombeando sus caderas hacia arriba sin reprimirse. Asami mantuvo su mano en la base del miembro de Korra, por si acaso, pero luego de un rato ya no necesitaba hacerlo. Algo sobre el comportamiento de Korra, el aroma de Korra, el chi de Korra la había hecho receptiva, y los movimientos se deslizaban sin resistencia. Calculó su respiración, aplanando su lengua para que acariciara la parte inferior del miembro de Korra con cada embestida.
No tuvo que soportar mucho el ritmo irregular. Pronto, el nudo de Korra se hinchó en su mano y tuvo que agregar la otra para sostenerlo. Lo tomó entre sus palmas, sorprendida por como latía de su miembro que podía sentir dentro. Después de un solo apretón y liberó la presión de su miembro acabando en un orgasmo. Korra gritó y sus caderas se levantaron de la cama, manteniéndose arriba varios centímetros del colchón.
Asami hizo todo lo posible por tragarse los rápidos chorros de su orgasmo, pero fue un esfuerzo infructuoso. Korra se vino de manera intensa y rápida como para lograr que ella pudiera seguir el ritmo. Inevitablemente, algo de su semen se deslizó por sus labios y bajó por el miembro de Korra. Afortunadamente, a su pareja no pareció importarle. Sus ojos estaban llenos de éxtasis y su cuerpo se estremeció violentamente mientras vaciaba todo lo que tenía.
Para cuando Korra terminó, la mitad inferior del rostro de Asami y sus dos manos eran un desastre lleno del orgasmo de Korra. Se levantó tan pronto como los dedos de Korra relajaron su agarre, sellando sus labios alrededor de la cabeza del miembro de su pareja y chupando suavemente solo para asegurarse de que no quedara nada. Unos pocos del orgasmo se derramaron en su lengua, y los aceptó hasta que miembro de Korra finalmente comenzó a ablandarse entre sus manos.
Antes de que pudiera ablandarse más, soltó el miembro de Korra y se movió rápidamente para sentarse a horcajadas sobre la cintura de Korra. Suavemente, abrió las piernas y lo metió dentro, suspirando por la familiar longitud.
La mirada de total aprecio y amor que le dio Korra le dijo que había tomado la decisión correcta.
―Te lo prometí―, dijo Asami. Se inclinó para colocar un ligero beso en los labios de Korra, uno que rápidamente se hizo más profundo mientras Korra podía probar su propio sabor.
* * *
Las perezosas horas de la tarde pasaron de manera agradablemente lenta, y Asami estaba más que feliz de pasarlo entre los brazos de Korra. A veces, hojeaba algunas páginas del libro que estaba en su mesita de noche, uno de sus hábitos a la hora de acostarse. Korra permaneció dentro de ella, a veces leyendo sobre su hombro, a veces colocando besos suaves sobre la nuca e inhalando el aroma que estaba allí. Inevitablemente, Korra se excito y comenzó a moverse dentro de ella, y Asami se distraería. El libro encontraría sería olvida y puesto a un lado cuando ambas coincidía en sus movimientos de caderas.
Cuando Asami tuvo sed, Korra la cargo escaleras abajo, una hazaña que Asami no pudo evitar quedar impresionada, considerando lo activas que ya habían estado ese día. Las yemas de sus dedos se arrastraron a lo largo de los tensos bíceps de Korra durante el trayecto, una indulgencia que no pudo evitar. Después de unos tragos de agua, terminó sentada en la encimera de la cocina mientras Korra entraba y salía de ella de nuevo.
Una vez que regresaron al piso de arriba, llegó la hora del baño, uno que tomó más tiempo gracias a la renuencia de Korra a retirarse. A Asami no le importaba. Se sentía bien dejar que Korra untara su piel con jabón, y aún más agradable sentir los dedos de Korra pasar por su cabellera. La alfa parecía contenta de hacer todo con sus manos en lugar de usar agua Control, y Asami no pudo evitar apreciar ese acercamiento íntimo. Ella le devolvió el favor lo mejor que pudo, y solo se separaron lo suficiente para terminar de limpiarse antes de que Korra se deslizara dentro de ella por detrás con un gemido de agradecimiento.
―Tan cálida,― murmuró Korra, por lo que debió ser la centésima vez ese día cuando sus caderas comenzaron a moverse de nuevo.
Asami no respondió. Con sus pechos contra la pared de la ducha y nada más que baldosas resbaladizas para aferrarse, era todo lo que podía hacer para mantener el equilibrio. Afortunadamente, Korra sostuvo sus caderas y la ayudó a mantenerse erguida. Terminaron juntas, Korra con un rugido que hizo eco dentro del gran baño, y Asami con un gemido cuando sintió los calientes latidos del orgasmo de su pareja salpicaron contra sus temblorosas paredes intimas.
Para cuando Korra finalmente la llevó de regreso a la habitación, estaba agradablemente agotada. Sus músculos estaban adoloridos y temblorosos, y su piel todavía estaba húmeda por la ducha que se dio, y sabía que a pesar de sus mejores esfuerzos, se iba a quedar dormida pronto.
―Mako debería estar de vuelta con Yasuko pronto,― murmuró, luchando por evitar que sus ojos se cerraran por el cansancio.
―Pronto,― estuvo de acuerdo Korra. ―Pero no todavía.―
Ella se retiró, guiando a Asami hacia la cama e instándola a descansar sobre su abdomen.
―¿Qué estás haciendo?― Preguntó Asami.
―Nada al menos que tú quieras,― dijo Korra, pero por su tono, Asami se dio cuenta de que tenía algo en mente.
―Siempre y cuando no sea nada agotado ...―
―No será así. Todo lo que tienes que hacer es quedarte ahí.―
Asami suspiró, apoyando la mejilla en la almohada mientras Korra se movía en uno de los cajones junto a la cama. Podía oler sus aromas mezclados adheridos a la tela, y eso trajo una suave sonrisa a sus labios.
Pronto, sintió que el colchón se hundía. Korra pasó una rodilla por encima de sus caderas para sentarse a horcajadas sobre ella, y Asami sintió que una tenue conciencia cobraba vida en su cabeza. ―Eso debería estar bien―, murmuró, abriendo las piernas y ponerse cómoda. ―Sea paciente.―
Korra apartó el cabello y besó la base de su cuello de Asami. ―No te preocupes. Con la frecuencia de los orgasmo que he tenido hoy, puedo permitirme tomarme mi tiempo con esto―.
Asami cerró los ojos. ―Entonces estoy en tus manos―.
Dichas manos agarraron ambas nalgas, masajeando los músculos doloridos hasta que no quedó ni una pizca de tensión en ellas. Mientras tanto, la boca de Korra continuó explorando su espalda, alternando entre besos húmedos con la boca y mordiscos suaves. Cada uno envió un escalofrío por la columna de Asami, y abrió más las piernas, de repente ansiosa por más a pesar de su agotamiento.
Y Korra le dio más. Asami escuchó un chasquido de una tapa abrirse, y luego los dedos de su pareja volvieron a estar entre sus piernas, no rozando entre sus labios hinchados que tanto penetro, sino rozando su otra entrada.
A pesar del frío de la lubricación, el toque fue tan suave que casi hizo que las lágrimas asomaran a los ojos de Asami. Todavía podía sentir el poder de la necesidad de Korra, pero ya no era una como llamas furiosas o de vientos azotadores de un huracán. En cambio, fue como movimientos interminables del océano, poderoso e imparable, pero paciente.
Cuando la punta del dedo de Korra se hundió dentro de ella, Asami se relajó aún más. Aquella longitud era diferente de lo que había sentido durante todo el día, pero igual de agradable. Ella se movió un poco hacia atrás, lo suficiente para mostrarle a Korra que estaba lista para más penetración, y fue recompensada. El dedo de Korra se hundió un poco más, preparándola para más.
Pasaron unos minutos más, y Asami se la pasó suspirando sobre su almohada mientras Korra trabajaba con un segundo dedo. Ella alternó entre movimientos suaves y movimiento lentos algo enérgicos que casi hizo que Asami balanceara sus caderas. Al final, se quedó quieta, permitiendo que Korra dictara el ritmo, al menos por un rato.
―Puedes entrar―, dijo, cuando Korra parecía lista para repetir otro ciclo lento de provocaciones y penetración. ―Estoy lista para ti.―
―Gracias a los dioses,― dijo Korra, y Asami pudo detectar una nota de urgencia en su voz.
Ella sonrió. Su compañera estaba en celo, después de todo. El hecho de que ella hubiera sido esta paciente era un pequeño milagro.
De alguna manera, Korra logró entrar en ella lentamente a pesar de la creciente necesidad que se tenían. Asami jadeó ante el primer roce del miembro de su compañera contra su culo, pero Korra no la penetro. Sólo se movió hacia adelante lentamente, con cuidado, empujando y retirándose, avanzando y retrocediendo.
Asami ni siquiera se dio cuenta de que el miembro de Korra estaba clavado dentro de ella hasta que sus caderas se tocaron. Había sido un proceso absolutamente indoloro.
―Por favor, muévete―, murmuró, y Korra le tomó la palabra.
Cada embestida era un ejercicio de paciencia. Simplemente sentir a Korra moverse dentro de ella hubiera sido suficiente, pero cuando los dedos de su pareja bajaron para jugar con su clítoris, Asami siseó entre dientes. Las dos sensaciones se conectaron, elevándola constante e inevitablemente al clímax.
Tal como lo había hecho esa mañana, Asami fue la primera en sentirse orillada y caer por un precipicio antes de sentirse lista. Sus paredes internas la apretaron, como si tuviera dentro el miembro de Korra, pero esta vez rodeaba a la nada, y la mezcla de sensaciones entre plenitud y vacío solo se vio reforzada por la sensación de las yemas de los dedos de Korra moviéndose en círculos.
Fue solo después de que sus contracciones fueron debilitándose que sintió algo grueso contra su abertura. El nudo de Korra había comenzado a formarse, y de la forma en que estaba presionando contra ella, sabía que su pareja estaba pidiendo permiso.
―Adelante―, dijo, usando lo poco que quedaba de su energía para levantar la cabeza y mirar por encima del hombro. ―Puedo tomarte.―
Korra se hundió dentro de ella, soltando un gemido ahogado, uno que se desvaneció cuando sus bocas se encontraron. Perdida en el beso, solo le tomó unas pocas embestidas para relajarse dentro.
Asami suspiró aliviada cuando sus músculos sellaron alrededor de la base del miembro de Korra, hinchándose rápidamente dentro de ella, creciendo a su tamaño completo, pero el nuevo tamaño era placentero en lugar de doloroso. En realidad, fue reconfortante, una conexión relajante.
―Puedes dejarlo ir―, susurró contra los labios de Korra. ―Sé que lo necesitas.―
Las caderas de Korra se sacudieron un poco, y luego comenzó a vaciarse a borbotones. La inundación de calidez hizo que Asami se sintiera volando de nuevo, y gimió mientras sus paredes internas apretaban y latían.
―Te amo,― sintió a Korra murmurar contra su hombro antes de morder. ―Te amo mucho, Asami... tengo tanta suerte...―
Hubo un leve quiebre en la voz de Korra, y algo de eso hizo que el corazón de Asami saltará. También podía sentirlo en el chi de Korra, una pequeña grieta en su confianza, e instintivamente, trató de calmarla. Soltó feromonas calmantes que envolvió a Korra como si fuera una manta de amor.
Juntas llegaron al orgasmo, y Asami se sintió más conmocionada emocionalmente que físicamente. Korra retiró los dientes del hombro de Asami, pero sus cuerpos permanecieron unidos, enfriándose gracias a la brisa que entraba por la ventana abierta.
―¿Qué fue eso?― Asami preguntó cuando recuperó el aliento.
Korra tardó un poco en responder. ―No es algo malo―, dijo al fin. ―Sé que puede que no se sienta así, pero en realidad estoy feliz. Soy afortunada―.
―¿Afortunada?―
Korra se acercó más, presionando un beso detrás de su oreja. ―Afortunada de tenerte. Puedo pensar en cien momentos en los que podría haberte perdido... debido a mis decisiones, o porque uno de nosotras casi muere. Puedo pensar en cientos de formas en las que las cosas podrían haber sido diferentes―.
―Pero no ocurrió―, dijo Asami, tomando inmediatamente el papel de consoladora. ―Estás aquí. Estamos juntas. Estamos felices. ¿Recuerdas el día que acabamos de tener?―
Korra rió suavemente. ―Sí. Lo recuerdo. Yo solo...―
―Te mereces esta felicidad―, dijo Asami, completando su pensamiento antes de que pudiera siquiera expresarlo. ―Me mereces, Korra. Y lo siento mucho si alguna vez te hice sentir como si no fuera así.―
―Huí durante tres años―, le recordó Korra.
―Y volviste para quedarte.―
―Lo hice. Y tal vez fue porque...―
Asami rió sobre su almohada. ―Sé que no te vas a ir. No tienes que quedarte dentro de mí cada minuto de cada día para demostrarlo. No estoy segura de que mi cuerpo pueda soportarlo―.
―No es para probar que no me iré―, dijo Korra, casi con timidez. ―Es para recordarme a mí misma que me quieres. Cuando estoy dentro de ti, me siento... que me haces falta. Como tu compañera, más que como el Avatar. ¿Me entiendes?―
―Por supuesto.― Asami estiró el cuello y se besaron de nuevo, lenta y dulcemente.
Un sonido estridente en el fondo del pasillo interrumpió el momento de aquella silenciona conexión. Se separaron, ambas suspirando al unísono.
―Ese debe ser Mako, advirtiéndonos que está a punto de traer a Yasuko a casa―, dijo Asami.
―Yo me encargo.― Korra se aparto y bajo de la cama, Asami suspiró con una mezcla de alivio y dolor ante la pérdida del calor de Korra. Ella permaneció donde estaba, apretando la almohada contra su pecho para poder mantener un poco del aroma de Korra cerca mientras su pareja dejaba la habitación y se dirigía a la oficina al final del pasillo.
Sin la voz de Korra para mantenerla alerta, se encontró sumida en una neblina somnolienta. Los momentos que siguieron, pasaron como fragmentos, y no podía estar segura de cuánto duraron o cuánto tiempo pasaron entre ellos.
Escuchó a Korra volver a entrar en la habitación y deslizarse de regreso al baño, solo para regresar con un paño húmedo y ayudarla a limpiar.
Sintió que Korra le cubría los hombros con las sábanas para mantenerla caliente.
Escuchó una leve conmoción en el pasillo y abrió sus ojos nublados para ver el rostro sonriente de Yasuko frente al suyo.
Murmuró una pregunta: ―¿La pasaste bien con tío Mako, cariño?―, Y sonrió ante el cansado pero enfático ―¡Sí!― De Yasuko.
Vio a Korra sacar a su cachorro de la habitación para acostarla y arroparla, casi se había quedado dormida de nuevo cuando su pareja regresó.
―Estás equivocada―, dijo Asami cuando regresó. ―Yo soy la que no te merece. Tú la fuiste a acostar sola.―
―Por dos en vez de uno,― bromeó Korra. Se subió a la cama y Asami se puso boca arriba, abriendo los brazos en señal de bienvenida.
A pesar de la sensiblidad que anteriormente tenía, no sintió ninguna molestia cuando Korra se deslizó dentro de ella.
―No estoy segura de poder hacerlo de nuevo―, dijo, pero Korra simplemente la besó en la frente.
―Está bien. Yo tampoco puedo. Solo... estaré lista para mañana temprano.―
Asami no tenía ganas de pensar en una respuesta rápida. Aceptó la explicación de lo que era, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Korra y saboreando la reconfortante presión del peso de su pareja sobre ella.
Dejó que sus dedos se deslizaran sobre la espalda de Korra, sintiendo la subida y bajada al respirar, hasta que las dos se durmieron, envueltas en el dulce y reconfortante aroma de las flores.