Hola a todos, primeramente mil disculpa a los fanos que leen está preciosidad de fanfic traducido y realmente no subí ningún capítulo a casi un mes xp. De verdad mil disculpas y sé que no hay excusas, aunque aquí le comparto este nuevo capítulo y muchas gracias por la paciencia a todos uwu.
Nota: Si aún no se han leído la saga entera de La Estrategia de una Omega vayan a nuestro LISTADO.
Me imagino que este fic ocurre entre el epílogo de La Alfa Perdida, por lo que aún ninguna de las dos se han ido de vacaciones al Mundo de los Espíritus. Asami ya está embarazada de su segundo hijo, pero en realidad aún no se nota mucho, casi nada. (Por eso ella ya no está en celo, ya que está embarazada.)
Sigan a la autora en Ao3 RAEDMAGDON y lean su fanfic, no olvidando dejarle amor nwn
Advertencia: Este fic tiene contenido omegaverse (futanari) para quienes no le guste está temática, puede pasar de largo nwn.
PD: Los fics no son míos, yo solo traduzco por estos lados siempre dando créditos a sus verdaderos fickers, esto lo hago solo de fan para fans :3.
Capítulo 5
Asami se arrastró hacia la puerta principal, con los brazos colgando como si fuera un peso muerto a los costados. Su día había sido agotador, en gran parte debido a los sombríos pensamientos. A pesar de revisar una montaña de informes financieros y visitar a uno de los principales laboratorios de Industrias Futuro, no había logrado distraerse de sus pensamientos sobre Kuvira, o Korra, su compañera, visitando a la persona que había matado a su padr, con a muchos otros.
Los intentos de razonar consigo misma eran incluso no muy eficaz que las distracciones. Korra tiene que hacer esto. Es parte de su trabajo como Avatar. No habría ido si no creyera que fuera importante... Pero un constante flujo de lógica tuvo poco impacto en las emociones de Asami. Aquellos eran dolorosamente crudos, y ni siquiera podía ponerles nombres todos a todos esos pensamientos.
Apenas tuvo tiempo de reponerse antes de escuchar unos pasos: el ligero y rápido golpeteo de los diminutos pies de Yasuko, seguido por el golpe más lento de Korra. Se encontró con ellas al pie de las escaleras, y una sonrisa genuina se dibujó en su rostro por primera vez en ese día. A pesar de sus preocupaciones y recelos, se sintió aliviada de ver a su familia.
―¡Mamá!―
―Ven aquí, Yasu.― Ella se agachó y su hija voló a abrazarla, rodeando su cuello con ambos brazos y chillando de felicidad. ―¿Fuiste buena con Pema y Tenzin?―
―¡Si!―
―No sé que tan 'buena' fue,― Korra se rió entre dientes, ―pero es aceptable. También estuvo muy sucia. Muy sucia.― Movió a un Hiroshi muy adormilado contra su hombro y movió su mirada, levantando la ceja hacia Yasuko para hacerle saber a la cachorro que solo estaba bromeando.
Yasuko rió. ―Mami está bromeando. ¡Yo fui buena!―
―Te creo, cariño―, dijo Asami, cubriendo el rostro de su hija con ruidosos besos.
Yasuko se retorció y soltó el cuello de Asami, volviendo al suelo y lanzándose detrás de las piernas de Korra. ―Mami dice que puedo dormir con Rohan si soy buena―.
Asami se enderezó, arqueó las cejas y le ofreció a Korra una mirada. Korra desvió la mirada, pareciendo casi avergonzada. ―Iba a discutirlo contigo después de la cena―.
―¿En serio?― Asami dijo. ―Parece importante―.
―Importante, pero no urgente―.
Al darse cuenta de que probablemente eso era todo lo que conseguiría de ella hasta que los cachorros fueran alimentados y acostados, Asami se acercó. Besó la cabeza de Hiroshi, luego colocó un suave beso en la boca de Korra. Korra soltó un suave gruñido, deslizando su lengua contra el labio inferior de Asami y deslizó una mano libre hacia abajo para agarrar su trasero.
¿Oh? ¿Eso es lo que realmente te apetece?
Para sorpresa de Asami, ella sintió que respondía. Había asumido que estaría demasiado cansada y de mal humor después de un mal día, y de afrontar la inevitable conversación que ella y Korra todavía necesitaban tener, pero un calor familiar floreció en su vientre. Se inclino para plantar otro beso en el cuello de Korra antes de retirarse.
¿Quizás me vendría bien un poco relajarme?
Pero tendría que esperar, porque Yasuko tiró emocionada de su falda, mirándola con brillantes ojos verdes. ―Mamá, ¿qué hay para cenar?―
Asami miró a Korra, quien se encogió de hombros y apoyó la barbilla sobre la cabeza de Hiroshi. Bostezó, mostrando sus encías desdentadas, y agarró un mechón del cabello de Korra con su puño regordete.
―¿Que tal Narook?― Sugirió Korra, ignorando el agarre del pequeño. ―No tengo ganas de cocinar―.
―No creo que hagan servicio de entrega de fideos―.
―Puedo... ¡ay! Tranquilo, pequeño, de todos modos, puedo traerlos con mi planeador―.
―Los fideos estarán fríos para cuando regreses―, señaló Asami.
―Seré rápida―.
―Estarás volando por el aire con ellos―.
―Podemos recalentarlos―.
Asami cedió con un suspiro. ―Ve―, dijo, soltando suavemente el puño de Hiroshi del cabello de Korra y tomándolo en sus brazos. Tenía la impresión de que Korra podría necesitar algo de comida reconfortante tradicional de la Tribu Agua.Quizás no soy la única que tuvo un día difícil. Ella es la que tuvo que mirar a Kuvira a los ojos, después de todo. Estoy segura de que fue incluso más desagradable para ella que para mí pensar en ello.
―Vuelvo enseguida,― dijo Korra, plantando un beso en la mejilla de Asami y despeinando el cabello de Yasuko. Se lanzó hacia la puerta principal, donde su planeador descansaba en un paragüero modificado, y lo apoyó en su hombro mientras se dirigía hacia afuera. Como era de esperar, Yasuko corrió tras ella, ansiosa por verla despegar.
Asami se unió a ellas, de pie en la puerta mientras Korra desplegaba las alas de su planeador y convocando a una brisa suave. El frío hizo que Asami se estremeciera, y abrió un poco la chaqueta de su traje, usándola para proteger el pequeño cuerpo de Hiroshi. Despertándose más, mordiendo uno de los botones dorado de la chaqueta, y rió cuando Korra se despidió de ellos.
Después de dar besos exagerados, Korra saltó en el aire, se elevó en una empinada subida y voló con facilidad sobre la puerta de entrada.
―¡Adiós mami!― Gritó Yasuko, corriendo varios pasos a pesar de que no tenía la esperanza de mantener el ritmo. La forma de Korra se hacia cada vez más pequeña, hasta que desapareció de la vista. Solo entonces Asami puso una mano sobre el hombro de Yasuko, llevándola al interior.
***
―Lo juro, iba a discutir esa idea de la fiesta de pijamas antes de confirmar―, dijo Korra más tarde esa noche, después de que sus dos hijos hubieran sido alimentados, bañados y acostados. (Muy a regañadientes, en el caso de Yasuko, ya que Korra ya la había bañado antes, pero desafortunadamente un segundo baño era necesario después de que ella derramó una buena porción de fideos y salsa en su camisa).
Asami suspiró, pellizcando el puente de su nariz. Se había preparado una taza de té de hierbas antes de cambiarse el camisón, pero aún así se encontró luchando contra un dolor puzante en su cabeza. ―No, está bien―, dijo, tomando asiento en el borde de la cama. Ninguno de las dos se había molestado en hacer la cama esa mañana, por lo que las sábanas aún estaban arrugadas. ―Somos un equipo. Tienes permitido organizar fiestas de pijamas para nuestros cachorros, especialmente con Pema, que los ha acogido muchas veces antes. No es por eso que estoy molesta―.
―¿Entonces por qué?― Korra se acercó, sacándose el camisón por la cabeza. ―¿Que puedo hacer para ayudar?―
―Nada―, resopló, antes de darse cuenta de que su tono había salido más cortante de lo previsto. ―No, lo siento. No se trata de ti. Se trata de Kuvira, mi padre y... mi enojo. Todavía estoy tan enfadada, Korra. No sé qué hacer con eso―.
Mientras Asami hacia su té, limpiando las manos en su regazo y masticando con fuerza su labio inferior, Korra se colocó a su lado. ―Lo sé―, murmuró, frotando círculos sobre la espalda de Asami. ―Tienes todo el derecho a estar enojada. Tu padre te fue arrebatado, justo cuando ustedes dos comenzaron a reconstruir su relación. Si Kuvira hubiera matado a mi padre, tampoco estoy segura de que pudiera mirarla ahora―.
Asami dejó de morderse su labio, mirando a los suaves ojos azules de Korra con creciente desesperación. ―Pero ella no va a estar involucrada en esto, ¿verdad? Solo estás siguiendo la información que te dio sobre Yi, como cualquier otra pista―.
Korra tomó la mejilla de Asami. La calidez de su mano y su forma familiar, realzada por callos que aún conservaba, hicieron que Asami se relajara. ―No, ella no estará involucrada. Sí, esta será como cualquier otra misión del Equipo Avatar. Aunque no tiene que ser una misión del Equipo Avatar si no quieres que lo sea. Si esto es demasiado personal...―
―Quiero ir―, dijo Asami, colocando su mano sobre la de Korra. Ella la apartó de su rostro, dándole la vuelta y mirando la parte inferior de la muñeca de Korra. Después de vacilar un momento, depositó un suave beso allí, cerrando los ojos y apoyó la mejilla en la palma de Korra una vez más, acariciando en busca de consuelo. ―Es solo... demasiado―.
Korra soltó una risa baja y comprensiva. ―Lo es. Lo siento...―
Asami apretó la mano de Korra con más fuerza, mordiendo ligeramente sus dedos. ―Detente.Tú no eres la que necesita disculparse. Eres perfecta.―
―Eso no es lo que sueles decir―, se rió Korra, liberando su mano para protegerse de más ataques cariñosos. Hizo una pausa para colocar un mechón de cabello de Asami detrás de su oreja. ―Quizás esta es la forma en que Kuvira puede disculparse. No es que cambie lo que hizo, pero si eso ayuda a limpiar el desastre que ocasiono, no la detendré. Alguien tiene que hacerlo de todos modos, y será más rápido con su cooperación―.
Asami exhaló un suspiro. La idea de Kuvira 'disculpándose' por matar gente y casi destruir Ciudad República era irritante, pero tenía que admitir que Korra tenía razón. Las cosas irían mucho mejor si Kuvira continuara cooperando. ―Siempre y cuando no tenga que lidiar con ella―.
―No lo harás,― dijo Korra. ―Yo me ocuparé de esa parte. Me alegro de que vengas conmigo a Yi―.
―¿Ah, en serio?― Asami le dio a Korra una mirada inquisitiva, complacida de notar una chispa juguetona en los ojos azul marino de la alfa. Se estremeció, recordando la forma en que la mano de Korra había vagado por su espalda para apretar su trasero esa misma noche. ―¿Alguna razón en particular?―
Korra sonrió lo suficiente como para mostrar sus hoyuelos. ―Puedo pensar en algunas, especialmente porque los cachorros no estarán allí―.
Asami pasó su lengua por los labios y se inclinó más cerca, lo suficientemente cerca para captar más el aroma de Korra. Olía fuerte e insistente, como la brisa del océano, pero también era reconfortante y familiar, especialmente cuando captó también esa mezcla de deseo. Por primera vez ese día, se permitió relajarse.
―¿Te importaría dar más detalles?― murmuró, mirando a Korra con los ojos entrecerrados. Fue la mirada más seductora que pudo mostrar, y se sintió extremadamente complacida cuando Korra visiblemente trago tranquila.
―Bueno, esperaba que hubiera algo de esto―. Se inclinó hacia adelante y Asami puso un brazo detrás del cuello de Korra, inclinándose para que sus labios encontraran en ángulo perfecto. El beso fue apasionado desde el principio, mucho más profundo y urgente que los besos de bienvenida a casa que habían compartido antes. Tan delicioso como eran, Asami anhelaba más con un hambre que la sorprendió. Se rindió a la sensación, pasando sus dedos por el cabello de Korra y abriendo la boca como una invitación.
Esto. Esto es exactamente lo que necesito ahora mismo. Korra aliviará las cosas. Ella siempre lo hace.
Korra solo rompió el beso para permitir respirar a la dos por un momento. Se agarró al cuello de Asami, dejando lo que sin duda sería un moretón notable al día siguiente. ―¿Qué quieres?― jadeó, calmando el lugar que había deslizado su lengua. ―Dime. Cualquier cosa que necesites.―
Fue una oferta tentadora. Cuando Asami buscó dentro de ella, encontró su respuesta, una respuesta a la que a menudo aterrizaba en su mente cuando estaba molesta o sentía que su mundo se estaba saliendo de control. ―Quiero que me uses, Korra. Quiero que me obligues a hacer lo que quieras―.
Los ojos de Korra se iluminaron. ―Puedo arreglar eso.― Colocó una rodilla sobre el regazo de Asami, empujándola hacia la cama.
Un gemido salió de la garganta de Asami cuando el cuerpo de Korra se estiró sobre el de ella. Su forma era familiar y reconfortante, y la obvia erección en la ropa interior de su pareja se sentía increíblemente bien apretado contra su vientre. Ella miró a Korra con ojos entrecerrados, esperando un beso. Korra se inclinó para tomar sus labios, pareciendo leer su mente. ―Te amo―, murmuró contra la boca de Asami, sintiendo su aliento cálido y dulce.
El corazón de Asami dio un vuelco. Siempre lo hacía cuando Korra decía esas palabras. ―Yo también te amo.―
Después de eso, Korra no fue gentil. Cambió su agarre a las muñecas de Asami, sujetándolas con una mano en lugar de dos. Con su otra mano, agarró el cabello de Asami y la empujo hacia ella, hundiendo su lengua más allá de los labios de Asami como si tuviera todo el derecho de estar allí. A reclamarla.
Asami luchó contra el agarre de Korra, no para escapar, sino para encontrar más contacto. Su instinto la instaba a agarrar la camisa de dormir de Korra, a rastrillar de manera ansiosa sus uñas por su espalda, pero Korra no lo permitió. Ella apretó su agarre sobre las muñecas de Asami, manteniéndolas donde estaban, y la demostración de fuerza le envió calor directo entre las piernas de Asami.
Korra la besó ferozmente, como si fuera a robarle el aliento, así que Asami hizo lo único que pudo: envolvió ambas piernas alrededor de la cintura de Korra, inclinando su pelvis para frotarse contra la dureza de Korra. Su compañera ya se había movido, y Asami derramó otro gemido lleno de necesidad en la boca de Korra. Para su deleite, Korra respondió con un gruñido bajo y posesivo. Mordió el labio inferior de Asami, tiró con firmeza y dijo: ―No.―
Ese tono bajo y dominante hizo que la sangre de Asami hirviera de placer. Su rostro se sonrojó y su respiración se aceleró. Espíritus, ¿cómo me hace sentir esto tan fácilmente? ¿Siempre? No importa qué tan seguido hacían el amor, o cogían, o combinación de ambas, las respuestas que Korra obtenía de ella siempre eran una sorpresa. Eran salvajes, natural y nunca fallaban en responderles, o eran forzadas, dejando ir cuaquier cargar que ella llevase. Se sintió ligera y mareada cuando Korra soltó sus muñecas y cabello, advirtiéndole que se quedara quieta con la mirada. Asami obedeció instintivamente. Felizmente.
Para su alivio, Korra no siguió tomándole el pelo. Deslizó ambas palmas a lo largo de los muslos desnudos de Asami, levantando el dobladillo de su camisón. Con una capa menos de ropa entre ellos, Asami sintió el largo de la verga de Korra aún más íntimamente. Lo sentía caliente a través de la fina tela de su ropa interior, y no pudo evitar frotarse contra ella.
―Pronto.― Korra mordió levemente su barbilla, dejando un rastro de besos ardientes por su cuello. ―¿Sientes lo dura que estoy? Eso es culpa tuya y debes hacer algo al respecto―.
La mente de Asami estaba corriendo ante todas las posibilidades. ¿Me tomará ahora mismo o me hará usar la boca? Ambas perspectivas la hicieron arder, pero no fueron tan abrumadoras al saber que no tenía que elegir. Todo dependía de Korra. La decisión de su compañera. Solo necesito seguir lo que dice. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante tal gratitud.
Korra no preguntó por aquellas lágrimas, ya sabía porqué eran, porqué estaban allí, Asami podía decirlo. Simplemente limpió una de las lágrimas con su pulgar, manteniendo el contacto visual hasta que Asami dio otro asentimiento para darle permiso. Una vez que se lo concedió, Korra tiró de su ropa interior hacia abajo y la puso boca abajo, agarrando las caderas de Asami para colocarlas de la manera en que quería.
La nueva pose dejó a Asami sintiéndose increíblemente vulnerable y expuesta. El aire frío acarició el calor entre sus piernas, pero solo por un instante. Entonces, los dedos de Korra estaban allí, juntando su humedad para acariciar en círculos sobre su clítoris.
―Tan hermosa―, gruñó Korra, y Asami sintió su ardiente mirada. El elogio solo empeoró sus estremecimientos, y jadeó cuando Korra encontró su entrada, deslizándose un dedo, luego con dos dentro de ella. Apenas hubo resistencia, pero el estiramiento estuvo delicioso. Por primera vez ese día, Asami realmente se relajó. Korra estaba dentro de ella y todo iba a estar bien.
―Dioses, estás tan apretada―. Korra curvó sus dedos y Asami se tensó, enterrando su rostro en la almohada para amortiguar sus gemidos. Su compañera sabía exactamente cómo encontrar el lugar perfecto sin equivocarse, y no quería despertar a los cachorros.
Quedarse en silencio solo se volvía más un desafío cuando los dedos de Korra se retiraron, dejándola vacía, ardiendo e incluso más húmeda que antes. Sus paredes internas se tensaron, buscando algo a lo que aferrarse, y con cada contracción, más humedad bajaba por sus muslos. Ella reprimió un «Por favor,» recordándose a sí misma que había pedido sentirse indefensa.
―Buena chica,― murmuró Korra, su voz llena de calidez y admiración. Asami se mordió el labio inferior cuando los dedos húmedos tocaron su trasero, acariciando la forma de un corazón en la nalga izquierda. ―Creo que estás lista para mi verga. ¿verdad?―
Asami se apartó de la almohada, pero no pudo decir algunas palabras. Todo lo que salió fue un gemido agudo, mucho más fuerte de lo que pretendía. Korra se rió entre dientes, dándole a su trasero una nalgada amorosa antes de arrodillarse detrás de ella. Asami sintió que el colchón se movía y escuchó el movimiento de las sábanas. Sin duda, Korra se estaba bajando la ropa interior.
En el momento en que la punta del miembro de Korra se colocó contra su entrada, Asami gimió de alivio. Aunque todavía no estaba dentro de ella, la promesa de placer, de ser llenada, era suficiente para hacerla derretirse de adentro hacia afuera. Cuando Korra agarró sus caderas y empujó hacia adelante, se balanceó hacia atrás sin que se le ordenara, ansiosa por ser penetrada. Dentro de mi. Siendo tomada.
Asami volvió a hundir la cara en la almohada para ahogar sus gemidos. Fue algo bueno, porque el ruido que escapó de su garganta fue llena de necesidad. En ese momento, al sentir a Korra dar ese primer empujón, siempre amenazaba con volverla loca.
―Mierda―, resopló Korra con los dientes apretados. ―’Sami. Tan suave y ... hff...apretada…― Sus caderas tomaron un ritmo rápido y superficial casi de inmediato, y Asami se apoyó en sus antebrazos, mordiendo la tela de la almohada. Así era el tempo y profundidad favoritos de Korra, no de ella, y de alguna manera, eso lo hizo mejor. Era exactamente lo que necesitaba.
Una vez que Korra comenzó a cogerla, Asami se permitió sentirse liviana. Se permitió convertirse en un objeto para ser usado por Korra, un recipiente para el placer de Korra, un ser cuyo único propósito era servir. No tenía que preocuparse por su compañía, sus hijos o...
No. Ni siquiera pensaré en su nombre ahora mismo.
Detrás de ella, Korra se detuvo, obviamente sintiendo que algo había cambiado. ―¿Asami?― Su voz era gentil, pero también tensa, y su miembro dio un latido de necesidad dentro de las paredes de Asami. ―Voy a seguir―.
Era tanto una pregunta como una afirmación, una oportunidad para que Asami cambiara de opinión o pidiera algo más, pero en el mismo tono autoritario en que uso para Asami cuando le había rogado al principio. Ella no cambió de opinión. Levantó su trasero más alto y se apego al miembro de Korra, cambiando a una postura para dar una vista más amplia y atractiva.
Korra gimió y reanudó su ritmo, inclinándose sobre la espalda de Asami. Juntando sus cuerpos empapados de sudor, piel sobre piel, y sus dientes encontraron la cicatriz en el cuello de Asami, la que nunca había comenzado a desaparecer en esos tres largos años que habían estado separadas. ―Mía―, gruñó sobre la mordedura, soltándolo solo ocasionalmente para ahogándolos con besos más suaves.
Tuya. Toda tuyo, Korra.
Todo era demasiado. Las palabras. Los dientes de Korra. El peso de su cuerpo y el movimiento de sus caderas. Aunque Asami había tratado de ser lo más obediente posible, manteniendo la posición precisa en la que Korra la había puesto, permitiendo que Korra la follara exactamente de la forma en que su pareja quería, ella todavía era la primera, en voz alta y con una gran cantidad de temblores indefensos.
A Korra no pareció importarle. Sus caderas se sacudieron de manera irregular, y Asami derramó un mar de humedad cuando sintió el nudo de Korra contra su entrada, chocando contra su clítoris. Estando como estaba, no tenía ninguna duda en tomarlo. Haría cualquier cosa que le pidiera Korra. Cualquier cosa para complacer a su alfa.
―Eso es,― gruñó Korra sobre su cuello, arrastrando su lengua sobre la cicatriz que estaba allí. ―Sé que puedes tomarme. Sé mi buena omega y déjame entrar―.
Los pulsos de su orgasmo eran cada vez más fuertes y rápidos. No solo una buena omega. Su buena omega. Suya. Relajarse era algo natural. Animada por los elogios de Korra, su cuerpo sabía qué hacer. Se abrió para Korra, y ella empujó adentro y un sonido húmedo y satisfactorio sonó en la habitación, que hizo que el clítoris de Asami se contrajera.
―¡Asami!―
Korra se puso rígida encima de ella, inmovilizándola de cara a la cama. A pesar de lo apretada, sus caderas se comenzaron a movieron de manera salvaje, buscando e intentando que en cada movimiento llegará a más profundidad.
Asami gritó, jadeando de lado sobre la almohada. El nudo grueso de Korra le hizo temblar todo su cuerpo cada vez que se movía. Arañó las mantas, preparándose para aquella riada, porque sabía que la haría acabar de nuevo.
La primera oleada de calor la hizo sollozar y sacudir la cabeza. Su boca se abrió, pero esta vez, su grito fue silencioso. Olvidó cómo hablar, cómo moverse, cómo respirar mientras Korra se acababa dentro de ella, inundando los lugares más profundos de ella. Quedando flácida, permitiendo que los movimientos cortos y agitados de las caderas de Korra, moviéndose sobre las sábanas enredadas. Su mente se quedó en blanco y su cuerpo estaba entumecido, tranquilo y placentero.
―¿Asami? ¿Estás bien?―
Vagamente, se dio cuenta de la voz preocupada de Korra. Sonaba débil, distante, aunque el cuerpo de Korra lo sentía muy cerca, todavía aferrado con fuerza al de ella. Todavía atado al de ella. Asami intentó responder, pero su lengua la sintió sin fuerza dentro de su boca, y sus párpados eran casi insoportablemente pesados.
Sin recordar cómo hablar, se comunicó de la única forma que sabía y era más fácil. Comenzó a ronronear, buscando a tientas la mano de Korra con una de las suyas y entrelazando sus dedos. Ese gesto fue todo lo que pudo hacer, pero fue suficiente. Korra suspiró con alivio sobre su nuca, apartando un poco de su sudoroso cabello para besarlo.
―Está bien, cariño. Te tengo. Eras tan buena. Muy bien, Asami...―
Asami cerró los ojos, sus labios se torcieron en una sonrisa. Estaba exhausta, pero todavía no quería dormir. Quería saborear aquellos elogios de Korra, empaparse de la amorosa seguridad de su pareja por unos momentos más. Bostezó y acarició la almohada, ronroneando más fuerte mientras Korra besaba su cuello.
―Puedes quedarte dormida si quieres. Te limpiaré y te arroparé cuando salga dentro de ti―.
―Nhh―. Asami apretó la mano de Korra con más fuerza, negándose a soltarla. No quería que Korra se fuera, ni siquiera para un rápido viaje al baño. Era perfecto estar así, con Korra anudada de forma segura dentro de ella, sintiendo los constante latidos del corazón de su pareja contra su espalda.
―Está bien.― Korra besó su sien, luego sobre su cabeza. ―Me quedaré. No iré a ninguna parte.―